Abstinencia sexual: del prejuicio a la elección
La reacción natural ante lo desconocido es el temor. Esto es lo que ocurre cuando sabemos acerca de una persona que ha elegido el camino de la abstinencia sexual, lo que conduce, en la mayoría de los casos, a actitudes de rechazo derivadas de la incomprensión de su decisión. La abstinencia no es una conducta aberrada, no es una desviación de nuestra naturaleza, es una decisión personal que responde a motivos específicos y que no niega la existencia de la esfera erótica y de la satisfacción sexual. En Sexxologa te contamos más.
La abstinencia sexual es la renuncia voluntaria al sostenimiento de relaciones sexuales, evitando específicamente el coito. Puede extenderse por un período determinado, o incluso toda la vida, y los límites son establecidos por cada quien. Los motivos detrás de esta decisión son muy variados: pueden responder a razones médicas, religiosas, prácticas o a decisiones personales de otra índole. También pueden presentarse períodos de abstinencia a lo largo de la vida de cualquier persona, intercalados con momentos en los que reanudan la actividad sexual, lo que nos permite observar el carácter variado de esta práctica.
Aunque renuncien al coito, quienes optan por la abstinencia reconocen el placer y la satisfacción sexual. Pueden encontrar placer o alcanzar orgasmos mediante otros medios distintos al coito. No son pocas las personas que han preferido prácticas alternativas al sexo para encontrar sensaciones eróticas, como, por ejemplo, a través de la meditación, el yoga y el ejercicio físico.
Es muy frecuente confundir la abstinencia sexual con la asexualidad. Aunque todavía se sabe poco al respecto, la asexualidad es considerada como una orientación sexual que se caracteriza por la ausencia de deseo o interés en el establecimiento de relaciones sexuales. Se sienten atraídos por otras personas y establecen vínculos y relaciones con ellas, pero la atracción responde a motivaciones no sexuales. En cambio, una persona que elige la abstinencia sexual sí siente deseo y atracción de carácter sexual por otras personas, pero renuncia a ella de manera voluntaria, no debido a una falta de deseo.
Por lo tanto, no hay razón para temer o rechazar a aquellas y aquellos que han tomado el camino de la abstinencia. Son personas con motivos específicos y que tienen derecho a decidir acerca de su vida sexual, del mismo modo que lo haría cualquiera. Pueden preferir extender la abstinencia como una práctica para toda la vida o pueden ponerle fin cuando lo deseen. Es una elección.
