El sexo y el tabaco: ¿buena o mala pareja?
La relación entre el tabaco y el sexo es de una complejidad considerable, especialmente si tenemos en cuenta un análisis desde diferentes puntos de vista. A nivel personal, fumar un cigarrillo antes, durante o después del sexo es una práctica frecuente e incluso provechosa bajo ciertas circunstancias, debido a su efecto ansiolítico, variable de acuerdo a cada organismo. Sin embargo, sus efectos nocivos para la salud no pueden pasarse por alto, ni tampoco el riesgo en el que ponemos nuestra vida sexual cuando vemos el tabaco como acompañante frecuente de situaciones eróticas. En Sexxologa te contamos más.
Existe una visión extendida del tabaco que nos hace interpretar el consumo de cigarrillo asociado a contextos sexuales como algo sexy. El estímulo visual es muy importante en la intimidad, y si podemos transmitir un mensaje poderoso en términos eróticos a nuestras parejas fumando un cigarrillo, ¿por qué no hacerlo? El problema se presenta cuando, al dejarnos guiar por las imágenes ofrecidas por la publicidad u opiniones de otros, comenzamos a entender el tabaco como elemento indispensable para la sexualidad individual o de pareja, lo que posteriormente puede exponernos a la adicción, el consumo innecesario y la puesta en riesgo de nuestra integridad.
Aunque visualmente puede resultar estimulante, el verdadero y casi único provecho del tabaco para el sexo es el efecto de desinhibición que nos presenta durante y tras su consumo. El sexo puede generar gran tensión y ansiedad en muchas personas, y por ello se recurre al cigarrillo como elemento liberador de nuestra sexualidad. Tras fumar un cigarrillo, podemos sentir menos presión por parte de la pareja o de la situación erótica, lo que acelera nuestra respuesta ante el contexto. Los rituales post-coito asociados al tabaco también son muy frecuentes, pues pueden ayudarnos a relajarnos y así prepararnos para un nuevo encuentro o para el descanso. Por desgracia, estos rituales también nos hacen más propensos a su dependencia.
El gran problema del cigarrillo y su relación con el sexo es que puede afectar uno de los elementos más importantes para la respuesta sexual en nuestra anatomía: el sistema circulatorio. El proceso que nos lleva desde la excitación, a través de la estimulación y el coito y finaliza en el orgasmo, depende en gran medida de nuestra sangre. Tanto en el caso femenino como en el masculino, su envío a los genitales es un paso primordial para el éxito del encuentro: sin sangre que viaje al pene, no tiene lugar la erección, y sin el envío de sangre a la vagina la ecuación tampoco funciona. La obstrucción de las vías circulatorias como consecuencia del tabaquismo es uno de los principales enemigos del disfrute sexual. Tenerlo en cuenta es fundamental.
La apreciación erótica del fumador también está sujeta a interpretación. No hay dudas de que poder apreciar a una figura femenina o masculina atractiva fumando puede ser tremendamente sensual, pero tampoco pueden discutirse algunos de sus principales efectos colaterales en términos estéticos: las manchas en los dientes y el mal aliento pueden espantar a cualquiera, así que es buena idea recordar el aspecto higiénico además de su erotismo potencial.