El sexo y el tabaco: una relación peligrosa
Si alguna vez miraste a un chico o chica mientras fumaba un cigarrillo y pensaste en lo sexy que se ve, entonces habrás experimentado el resultado de la larga y potencialmente peligrosa relación establecida entre el tabaco y el sexo. La industria tabacalera se ha valido de toda clase de argumentos en su publicidad desde el inicio de la era industrial para vender, ¿y qué vende más que el sexo? De los carteles publicitarios de finales del siglo XIX se pasó a la naciente industria del cine a comienzos del XX. Llegó el color, la TV, pero el mensaje sigue vendiéndose hoy: “fumar es sexy”. Pero, ¿el tabaco ofrece algún beneficio al disfrute de la sexualidad?
Muchas personas han introducido el cigarrillo en rituales personales de intimidad y en la vida de pareja. Encender un cigarrillo después del sexo es una práctica muy común, popularizada probablemente debido a su presencia frecuente en el cine y la televisión. Aquellos que lo hacen explican con frecuencia que fumar les ofrece sensaciones estrechamente ligadas a lo que experimentamos después del sexo: liberación de estrés, calma, relajación, desinhibición, entre muchas otras. Por lo tanto, se asocia el cigarrillo con una potenciación de los beneficios que nos ofrece el buen sexo.
El tabaco ciertamente ofrece sensaciones asociadas al bienestar. Alrededor del mundo se venden miles de millones de cajas de cigarros todos los días, y sus compradores las obtienen siendo conscientes, en su mayoría, de los prejuicios a su salud. Fumar calma sus nervios, les ayuda a sobrellevar el estrés, les permite enfrentar largas jornadas de trabajo con poco descanso y alimentos, y les arma de valor para enfrentar situaciones de riesgo. Algunos de estos beneficios también han sido reportados por personas que aseguran sentirse más seguros y cómodos en términos sexuales luego de fumar un cigarrillo.
Sin embargo, y a pesar de las buenas sensaciones, a nivel químico los efectos del cigarrillo son nefastos para la salud sexual de mujeres y hombres por igual. A la larga, fumar de manera frecuente acarrea problemas de irrigación sanguínea e interfiere en la dilatación de los vasos, y ambos procesos interfieren directamente en nuestro rendimiento sexual. Necesitamos que la sangre llegue a la zona genital para lograr la excitación, y si hay problemas de irrigación es inevitable que el sexo se vea afectado.
Muchos estudios también apuntan a que existe una correlación directa en los hombres entre el consumo frecuente de cigarrillos y la impotencia sexual, pues la inestabilidad en el flujo sanguíneo dificulta la obtención y sostenimiento de las erecciones. En el caso femenino, también se sabe que la nicotina y otros compuestos presentes en el cigarrillo alteran los niveles de libido y disminuyen la sensibilidad de sus zonas erógenas, además de interferir con los químicos presentes en pastillas anticonceptivas.
