Mitos sobre la sexualidad masculina
Existe toda clase de suposiciones y prejuicios en torno al disfrute de la sexualidad de los hombres. Sobre ellos pesa toda clase de tabúes impuestos por una sociedad que castiga a todo aquel que no encaje con los parámetros de lo “aceptable”, lo que incluye su comportamiento y sus preferencias sexuales. Aunque generalmente se hace referencia a las limitaciones impuestas a las mujeres, la sociedad machista también reserva su propia forma de vigilancia permanente sobre los chicos. Aquí te contamos acerca de los mitos que se han generado en torno a ellos.
Gran parte de los mitos sexuales sobre los hombres giran en torno al pene. Resulta ridículo que una persona se vea reducida a los prejuicios infundados sobre sus genitales, pero esta es una práctica que ha pesado sobre mujeres y hombres por siglos. Una de las mayores creencias sobre los hombres durante el sexo es que si no logran tener una erección, o no son capaces de sostenerla, se debe a que no encuentran atractiva a su pareja. En realidad, son numerosas las razones detrás de este fenómeno, y todas ellas solo nos recuerdan que los hombres (y sus miembros) no son máquinas.
El sexo anal es una práctica controversial para muchos, incluso hoy día, cuando se ha removido gran parte del velo que pesa sobre las libertades sexuales a las que todos tenemos derecho. Los prejuicios que se han generado en torno al sexo anal incluyen la desaprobación social de su disfrute, no solo en las mujeres, sino también en los hombres. Un hombre que disfrute de la estimulación anal es vetado y puesto en entredicho. Sin embargo, que los chicos disfruten de esta práctica no sólo no es “anormal”, sino que la búsqueda de placer mediante ella es perfectamente justificable, ya que el ano es una de las zonas erógenas más sensibles en los hombres.
Quizás el mayor y más terrible de los mitos sobre la sexualidad masculina es la relación directa que se ha creado entre el tamaño del pene y la cantidad y calidad de placer que puede obtenerse de él. Aunque las opiniones están divididas, muchos y muchas siguen creyendo que un pene más grande garantiza mejor sexo, aunque esta es una perspectiva sin fundamentos sostenibles. Un buen amante no se caracteriza por tener un pene de tal o cual tamaño, sino por su habilidad, su entrega, su capacidad para descubrir aquello que disfruta su pareja y ofrecérselo sin complicaciones.
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