Derechos sexuales: de la legalidad a la acción diaria
Disponer de libre acceso a la educación sexual, decidir con quién se quiere tener una relación y con quién no, poseer plenos derechos reproductivos y poder integrarse socialmente sin sufrir ningún tipo de discriminación por preferencias sexuales o de género, son algunos de los derechos innegociables que forman parte de nuestra libertad sexual. Sin embargo, millones de personas alrededor del mundo cada día ven violentados sus derechos sexuales con elevados grados de impunidad. Este no es un tema sectorizado, nos involucra a todas y todos por igual. ¡Defiende tus libertades! En Sexxologa te contamos más.
El derecho a la sexualidad no debe tratarse como un argumento para situaciones puntuales. Una de las muchas razones detrás de la frecuencia en la discriminación por motivos sexuales es que sólo se habla de ella cuando se violenta. Los derechos deben ser parte de la filosofía del día a día, debemos naturalizarnos en nuestro lenguaje y esgrimirlos como bandera cotidiana. Combatir la violencia de género y la discriminación en sus distintas formas es una tarea que abarca todos los aspectos de la vida social: incluso los pequeños comentarios o chistes de corte discriminatorio deben ser revisados. Un día, cuando ya no necesitemos discutir acerca de estos planteamientos, cuando los derechos sexuales sean equiparables a nuestra necesidad de respirar, sabremos que los problemas derivados de su incumplimiento han sido superados. Pero ese día aún no llega.
Estos derechos no solo forman parte de un discurso específico, también cuentan con el respaldo de una legislación internacional, y en tal sentido poseen una base ante la ley. Las últimas décadas han sido especialmente importantes en términos legales para hacer frente a la discriminación y la violencia por motivos sexuales y de género: en 2007 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU lo ratificó tras la aceptación de los Principios de Yogyakarta, un documento formulado para apoyar internacionalmente el derecho a la libertad sexual en todos sus ámbitos. Las bases de este documento también se sostienen gracias al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en vigencia desde 1976.
Pero más allá de la existencia de estos mecanismos y de un trasfondo legal, el ejercicio de las libertades sexuales es una tarea que depende en gran medida de la acción personal, y del conocimiento de cada individuo acerca de todos sus derechos: libertad sexual, seguridad y derecho a la salud sexual, autonomía, integridad, privacidad, derecho a la toma de decisiones reproductivas, a la educación sexual y al placer, entre muchos otros. Si las autoridades que deben garantizar estas libertades no cumplen con su tarea, es nuestro deber alzar la voz y recordar, con palabras y con acciones, que estos derechos existen y deben ser respetados.
Expresar nuestras libertades es solo parte de la tarea que aún resta por hacer. Desde todos los rincones del mundo, la misión es la misma: tus derechos no se negocian, ¡hazlos valer!