Diferencias generacionales: ¿obstáculo insalvable para una relación?
Compartir la pertenencia a una generación o tener edades similares no siempre garantiza el éxito de una relación de pareja. Generalmente se piensa que estas coincidencias aumentan las probabilidades de compartir más elementos en común: perspectivas de vida, gustos, tendencias. Sin embargo, también existen muchas personas que tienden a congeniar más fácilmente con contrapartes que les superan por años o décadas, así como con personas mucho más jóvenes. A esto se oponen los tabúes de la sociedad contemporánea, que interpreta las relaciones con grandes brechas generacionales como impropias. Si a eso sumamos el machismo, que aligera la crítica a las relaciones con hombres mayores, y repudia el mismo tipo de relaciones con mujeres maduras, obtenemos un complejo marco de interpretaciones que muestran las reacciones modernas hacia las diferencias generacionales.
Lo primero que debemos dejar claro es que, sin importar la edad, una relación de pareja se trata de mutuo respeto, confianza y entrega. Si el lazo que une a la pareja cumple con estos principios fundamentales, no hay nada que impida que ambos puedan llegar a ser felices juntos, sobre todo si los dos están dispuestos a buscar eso para el otro: la felicidad mutua. Es por ello que ninguna relación con diferencias generacionales está condenada al fracaso de antemano, de la misma forma que no lo está ningún otro tipo de relación.
Existen numerosos mitos en torno a estas relaciones, muchos de los cuales son meramente superficiales, o han sido envilecidos por los estigmas sociales. Por ejemplo, al tratarse de la búsqueda de parejas más jóvenes, suele destacarse como ventaja la sensualidad de un cuerpo en sus años de esplendor, la energía, el vigor, y la idea de tener a alguien que estimule una vida activa. Del otro lado, se pone como desventaja la inexperiencia, una asumida inferioridad del chico o chica a nivel intelectual, así como la incompatibilidad de discusiones. Si bien es posible, existen las mismas posibilidades de que sea exactamente al revés, y que el miembro más joven de la relación sea una lumbrera académica, poco interesado en los deportes. Lo importante de esto es que no podemos presuponer las actitudes de nadie, ni siquiera por su edad. Con estas relaciones aplica lo mismo que con cualquiera: conoce a la potencial pareja, hablen de sus gustos y prueben su compatibilidad con un par de citas. Si funciona, podrías encontrar a la persona de tu vida de una manera inesperada, lo que añade una gran anécdota futura. Si fracasa, siempre hay más peces en el mar.
