La amenaza de la fobia social
Como mujeres, en nuestra vida diaria debemos enfrentar y superar numerosas situaciones de amenaza, presión o conflicto, para lograr alcanzar metas tan variadas como el equilibro entre relaciones afectivas, laborales, comunales o académicas, así como proyectos personales y actividades cotidianas.
Para la mayoría de nosotras, con un poco de organización, preparación y valor, casi la totalidad de estas situaciones se resuelven sin demasiados contratiempos, pero existen muchas mujeres que deben cargar con el peso añadido de la fobia social. También identificado como trastorno de ansiedad social, este tipo de fobia se caracteriza por el poder que ejerce el miedo sobre el individuo al verse expuesto a situaciones sociales que le generan gran ansiedad.
Generalmente, quienes padecen el trastorno evitan a toda costa la exposición a la actuación social ante otras personas, por temor a los juicios que puedan expresar en su contra. Esto puede ir desde la evasión a una conversación, hasta evitar la sola presencia en un escenario donde pueda sentirse juzgado. Las consecuencias de este padecimiento son variadas: impedimento para el mantenimiento de relaciones estables y duraderas, que se extienden al ámbito estudiantil y del ejercicio laboral, hasta la amenaza del alcoholismo y de otras sustancias que son usadas en exceso para combatir la ansiedad. En un mundo donde dependemos en gran medida de nuestras relaciones con otras personas, la fobia social puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza para cualquiera que lo sufra. Es por ello que a continuación presentamos algunas recomendaciones que pueden servir como guía a la hora de enfrentarnos a esta fobia.
La raíz de muchos casos de fobia social suele estar asociada a la sobreprotección y la crianza en un hogar donde se limitó el contacto con el mundo externo. Rodeados por un contexto como ese, las personas pueden desarrollar fácilmente ansiedad ante situaciones de exposición social, ya que nunca se entrenaron para ello. Una revisión de antecedentes familiares en un buen paso inicial para combatir la fobia. Identificar los pensamientos que respaldan los miedos es un paso delicado, por lo que la reflexión personal puede ser complementada con la ayuda de un especialista en estos casos. Las terapias de grupo también suelen ser una buena estrategia: permiten la exposición gradual en un espacio controlado, donde las personas pueden entrenar sus habilidades de trato social con personas que entienden su ansiedad.
Finalmente, los trastornos de ansiedad suelen tener efectos preocupantes sobre el estilo de vida, convirtiendo a las personas en seres aislados por el temor. Una rutina de ejercicio es una buena manera de contribuir a la salud física y mental, y pueden servir de preparación para exponerse a actividades físicas en las que se comparte tiempo y espacio con otras personas de manera gradual.
