Sexo, apego y emociones en la intimidad
La intimidad es una parte esencial de toda relación de pareja, y no sólo por la búsqueda de placer. El vínculo que une a dos personas se refuerza con las acciones del día a día, y eso incluye el trato bajo las sábanas y el ambiente que se crea en dicho escenario. La compatibilidad de las frecuencias sexuales, la capacidad para comprender las necesidades del otro y ofrecerle lo que busca no sólo indica que se están conociendo bien y que pueden complementarse: también puede ser una señal de la profundización de los lazos que los unen, generando una sensación de apego, de seguridad y de bienestar al estar en compañía de la pareja. En Sexxologa te contamos.
Decir que nos sentimos conectados con nuestro compañero o compañera no es sólo una frase trillada, ni exceso de romanticismo. Se trata de una sensación real que parte de la construcción de un puente emocional que une a dos personas que se sienten identificadas la una con la otra, así como con un proyecto de vida que los involucra. Estas sensaciones los acompañan bajo las sábanas y cambian la manera en que perciben a su pareja: la persona a su lado no es sólo un amante, es un compañero de vida. Una buena manera de identificar el despertar del apego en cualquier situación sentimental es darnos cuenta del momento en el que la pareja se convierte en nuestra primera opción para todo: para buscar ayuda, consejo, consuelo, para divertirnos, para beber un café, para pasar el día.
El apego se cultiva mediante distintas acciones. En líneas generales, nos sentimos apegados a nuestra pareja cuando percibimos sus necesidades como una prioridad, a la altura de nuestros propios intereses. Esto se despierta a través de toda clase de acciones, la mayoría de ellas bastante simples, pero que suelen pasarse por alto por su aparente nimiedad: prestar atención cuando nuestra pareja quiere hablarnos, interesarnos en sus gustos y aficiones, satisfacer pequeños caprichos, etc. En la cama, debemos mostrarnos receptivos, estar abiertos a experimentar y a probar aquellos aspectos de la vida sexual que puedan enriquecer su intimidad como pareja, y sobre todo estar dispuestos a dar antes que recibir.
El desarrollo del apego facilita la buena práctica de la piedra angular de todo vínculo sentimental: la comunicación. De hecho, muchos hombres sólo se sienten cómodos hablando de sus sentimientos más profundos luego del sexo, pues la conexión con su pareja se ve reforzada tras la liberación de tensión que supone el coito, permitiéndoles admitir su vulnerabilidad y abriéndose a conversar de manera franca. Esto, al menos, es válido para el comienzo de su relación, pues el apego que desarrolla la pareja a lo largo de su vínculo le permite a los chicos sentirse cada vez más cómodos con la expresión de lo que sienten. De esta forma, pasan de abrirse tras la liberación de tensión a conversar de manera sincera teniendo como motivación el único motor que debe impulsarlos: la confianza en su pareja.
